La heroicidad del pueblo cubano triunfó al final de la larga batalla que por más de 55 años escenificaron contra las decisiones inhumanas de gobiernos imperialistas de Estados Unidos
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¡Era increíble, indescriptible, pero las palabras eran esas: "Obama es un hombre honesto y no tiene ninguna responsabilidad en las políticas de acoso de Estados Unidos a Cuba"!
Era la respuesta a lo que el presidente norteamericano había pronunciado en Panamá, en el marco de la Cumbre de las Américas: "soy el primero en reconocer que la aplicación, en el pasado por parte de Estados Unidos de política de derechos humanos en países latinoamericanos y caribeños, no fue congruente ni consistente y que hubo capítulos oscuros en nuestras historias".
Los allí presentes no daban crédito a lo que veían y escuchaban, pero estaban allí y eran testigos de esa reunión histórica entre los presidentes de Estados Unidos y Cuba, que marca el inicio de una nueva era, no solo en sus relaciones bilaterales, sino para todo el continente americano y el mundo, mismo que borraban 55 años de desencuentros, invasiones, sabotajes, leyes inhumanas y más de 200 intentonas de los gobiernos yanquis para asesinar al líder de la revolución cubana, Fidel Castro, hermano del que exculpaba, de todas esas pestes a Barack Obama.
Ahora, ambos presidentes acordaban como método para resolver sus -enormes diferencias-, el diálogo respetuoso, la convivencia y el entendimiento civilizado, en lugar de presiones económicas, políticas y sociales que lo único que lograron fue volver heroico a ese pueblo caribeño que soportó un bloqueo económico, que ninguna otra nación en el mundo lo habría superado sin generar una revolución interna contra sus dirigentes y sus instituciones.
Obama comprendió y así se lo hizo saber al Congreso de su país, cuando le reclamaron desde que planteó el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre esos dos países, "que medio siglo de disputas, embargos y sanciones de Estados Unidos contra Cuba habían resultado obsoletas, inoperantes y que era necesario un replanteamiento de acciones en otra atmósfera, porque Cuba y su gobierno no representaban ningún peligro para su país".
Así, desde 1956 en que se había escenificado la última reunión entre dos mandatarios de esas naciones, la Cumbre de las Américas en Panamá hacía historia y en el salón
Atlapa donde se desarrollaba, resonaban, con eco, las palabras de Raúl, el hermano de Fidel, "Obama es un hombre honesto y no tiene ninguna responsabilidad en las políticas de acoso desplegadas por los anteriores 10 gobernantes estadunidenses (de 1959 a 2009)", ratificando que "todos ellos tienen deudas con nosotros, menos Obama".
35 jefes de Estado estuvieron atónitos durante 80 minutos que duró la reunión entre Barack Obama y Raúl Castro, porque a pesar de los avisos y acciones que desde el año pasado ambos mandatarios realizaban para normalizar sus relaciones diplomáticas era allí, en esa Cumbre, donde podían consolidarse esos esfuerzos o destruirse, siendo muy aplaudido, por el bien del desarrollo de todo este continente, el discurso de ambos jefes de Estado, que se veían y trataban como dos viejos amigos, según manifestó en entrevista por separado la presidenta chilena Michelle Bachelet.
Y así, en medio de una expectativa mundial, que las palabras de Raúl calaron profundo cuando afirmó: "Cuba actualizará su aparato económico, pero para perfeccionar nuestro socialismo", al ratificar que "aunque en la isla habrá reformas económicas, se mantendrá el sistema comunista" y remató diciendo: "tenemos ahora la oportunidad para que todos los que estamos aquí aprendamos a practicar la tolerancia y convivir en paz como buenos vecinos".
Así culminó esta VII Cumbre de las Américas escenificada en esa nación centroamericana, donde las fotografías, las tomas de televisión, los reflectores del mundo no estaban con los 35 jefes de Estado allí reunidos sino solo con dos y, la verdad sea dicha, no nos defraudaron porque con su reconciliación le mandan un mensaje al mundo, que la convivencia entre naciones con distintas visiones económicas, políticas y sociales es posible, cuando los hombres que mandan anteponen a sus intereses de grupo a los de la humanidad.
La heroicidad del pueblo cubano triunfó al final de la larga batalla que por más de 55 años escenificaron contra las decisiones inhumanas de gobiernos imperialistas de Estados Unidos. Ahora viene "la convivencia civilizada" que, no me cabe la menor duda, empujará al gobierno yanqui a levantar el embargo económico contra la isla.