Corrupción e impunidad



Aún no se apaga el fuego dejado por el escándalo de “la casita blanca” y ya tenemos otro más, cometido por otro integrante del gabinete Peña-Nietista, en esta ocasión por el titular de la Comisión Nacional del Agua el señor David Korenfeld
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A la ya de suya mala fama que tenemos de ser un país corrupto, ahora habría que agregarle la impunidad con que los funcionarios federales, estatales o municipales y varios distinguidos miembros de la iniciativa privada disfrutan, sin importar el grado de tropelías y/o delitos cometidos.
Y es que aún no se apaga el fuego dejado por el escándalo de “la casita blanca”, donde dicho sea de paso no se ha abierto investigación alguna por tratarse el sospechoso de quien se trata y ya tenemos otro más, cometido por otro integrante del gabinete Peña-Nietista, en esta ocasión por el titular de la Comisión Nacional del Agua el señor David Korenfeld, quien utilizó con fines personales un helicóptero asignado por el gobierno federal a la dependencia que él dirige, delito que se le conoce como “uso indebido de recursos públicos”.
En cualquier país democrático, las solas fotografías tomadas por un ciudadano indignado, más la confesión del titular de haber utilizado la aeronave para asuntos de ego familiar, hubieran sido suficientes para que su jefe (el presidente de la República), le hubiera pedido su renuncia en primera instancia y, de no recibirla, cesarlo.
Pero como el titular del Poder Ejecutivo peca de nula calidad moral, dado que ha traficado influencias para obtener beneficios personales (grupo constructor Higa-casita blanca) y su hijastra ha hecho lo mismo con aeronaves oficiales, dándose el lujo de llegar a su escuela en helicóptero, pues no lo ha llamado a cuentas, sabedor que el titular de la Comisión Nacional del Agua le puede salir respondón y decirle “…y por qué yo sí y tú no” .
Por eso el secretario de la Función Pública Virgilio Andrade, que es el encargado por ley de investigar cualquier anomalía o delito cometido por servidores públicos se ha adelantado a decir que, como el señor Korenfeld ya pagó (no confirma si con dinero de él o de Conagua) el uso que hizo del helicóptero, pues prácticamente no hay delito que perseguir y con una amonestación (amarilla, deduzco yo), el asunto está resuelto.
Esta corrupción e impunidad mostrada en este nuevo escándalo se suma a otros cometidos por funcionarios de distintos niveles que por más evidencias que el pueblo de México tiene contra ellos no han sido tocados ni siquiera con un citatorio para declarar, como es el caso del secretario de Hacienda Luis Videgaray Caso con su casita de Malinalco.
Allí está también la inexplicable fortuna del actual dirigente del sindicato de los trabajadores petroleros Carlos Romero Deschamps, dueño de yates de millones de dólares, de casas de veraneo en la Riviera Maya, de departamentos de lujo y todo con un salario de 22 mil pesos mensuales (sin olvidar las excentricidades de su hija que viaja a los destinos
más caros del mundo –Dubai-, en asientos de primera clase con todo y perritas y como premio el presidente Peña lo hace senador de la República por ser compañero de su partido, el PRI.
Aquí mismo en el estado de Veracruz tenemos al exgobernador Fidel Herrera Beltrán, dueño de mansiones, placas de taxis, gasolineras (con prestanombres, claro está), casas en Phoenix Arizona USA y muchas cosas más, autor del terrible endeudamiento por más de 50 mil millones de pesos, que dejó en bancarrota al actual gobierno, que no tiene para pagar deudas que antes se solventaban con la –caja chica- y las autoridades que tienen la obligación de investigarlo, duermen el sueño de los justos y le permiten seguir meneando piezas en el ajedrez, ahora con su hijo que va colocado en los lugares privilegiados de los diputados plurinominales verdes.
La perversión de estos funcionarios no tiene límites y ya que hablamos de esa franquicia del niño verde, del partido de las tres mentiras porque ni es ecologista, ni es verde, ni cumple, por ser comparsa del gobierno federal, le permiten violar una, dos, tres, cuatro y múltiples veces la Ley Electoral, reconviniendo a sus dueños a “portarse bien”, multándolos con dinero que por fuera se los devuelve la Secretaría de Hacienda con nuestros impuestos, sin importar cuántas amonestaciones o tarjetas amarillas le han mostrado, pero que por esta misma impunidad de la que escribimos, todos sabemos que nunca le enseñarán la tarjeta roja (quitarle el registro como ya se hizo merecedor a ello).
En China, a los funcionarios que se aprovechan del encargo que tienen robándose el dinero o disponiendo de los bienes que tiene a su disposición para cumplir sus tareas los fusilan, pero claro, eso es allá y quizás por ello esa nación es una potencia económica, con crecimientos de su Producto Interno Bruto que acá, ni en sueños alcanzaremos.
Lo mismo hacen con líderes obreros o empresariales corruptos, que, de aplicarse acá, faltarían panteones para sepultar a tanto y tanto funcionario corrupto de los tres niveles de gobierno, de la inmensa mayoría de líderes obreros que viven como reyes con salarios de burócratas y varios empresarios o industriales como Juan Armando Hinojosa Cantú, dueño del grupo Higa, por corromper a funcionarios a cambio de obra pública o de aquel otro que le fabricó una novela al presidente Peña, poniéndole a la consorte, inclusive.
Pero, bueno, eso es allá y aquí, a partir de hoy, esos partidos que promueven la impunidad y corrupción salen a pedirnos el voto tratando de comprárnoslo con despensas, tabiques, láminas, cemento, mandiles, etcétera y, desde luego, con dinero en efectivo un día antes y el día de la elección.
¡Usted tiene la palabra o quitamos a estos malos funcionarios o México nunca saldrá del atolladero!