¿Votar o no votar?



¿No será entonces que alguien, dadas las circunstancias que vive la nación, por el fracaso del gobierno peñanietista, esté interesado en promover la campaña de no ir a votar el 7 de junio, bajo el argumento que los partidos políticos no sirven?
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Twitter: HELÃHERRERA.es

Ha cobrado forma, otra vez, la posición de algunos intelectuales que de diversas formas están lanzando arengas para que los mexicanos no salgamos a votar el próximo domingo 7 de junio, bajo el pretexto que, hacerlo, sería legitimar al actual sistema político mexicano, que contempla a los partidos políticos como el medio para conformar dos de los tres poderes de la República.
Es decir, que ningún partido político, a su juicio, representa los intereses de la sociedad, ni siquiera las candidaturas independientes que recién acaba de aprobar el Congreso de la Unión y que supone debe ser el refugio para todos aquellos inconformes con “la partidocraciaâ€, tanto para minimizarlos como para acceder al poder.
El asunto lleva su trampa, porque independientemente que esos “pensadores†consideran caduca la ruta que la Constitución marca para accesar a los cargos de elección popular y llaman a refundarla -posición válida y respetable-, lo cierto es que la misma, en el actual modelo político, el no salir a votar fortalece a los partidos políticos de la burguesía, que cuentan con todos los elementos para ganar cualquier elección, precisamente por el dinero que manejan y porque a través de los medios de comunicación (radio, revistas, periódicos y televisión, que son suyas), lanzan campañas publicitarias para convencer a muchos compatriotas que tienen en esos medios, la única manera para divertirse y entretenerse. Así, los noticiarios y sus conductores se convierten en agentes promotores de esos partidos y de sus candidatos, además, entre otras cosas, de poder comprar el voto aprovechando la pobreza y miseria que sus gobiernos han generado perversamente, para, en épocas electorales, con despensas, tarjetas Soriana, láminas, baberos, gorras, playeras y dinero en efectivo, sacar de sus casas, credencial de elector en mano, a miles a las casillas electorales para que sufraguen por ellos.
Lo aquí descrito no es una hipótesis, es lo que hemos vivido elección tras elección, donde el dinero que No hay para construir o reparar una escuela, o para surtir medicamentos al Instituto Mexicano del Seguro Social, al ISSSTE o los hospitales públicos, o para comprar camas o material quirúrgico en los nosocomios, o para reparar las carreteras federales (no las de paga), o para brindar seguridad y paz a los mexicanos, sale y aparece en los procesos electorales a raudales, pero siempre para favorecer al partido en el poder. De allí que surjan frases lapidarias del “haiga sido como haiga sidoâ€, o aquella de las autoridades electorales encargadas de calificar las elecciones que admitieron que el presidente de la República (Fox) violó la Constitución para favorecer a Felipe Calderón, pero “nomás tantito†y no lo suficiente como para anular la elección.
Siendo estos “intelectuales†personas cultas, que leen todos los días, de suyo inteligentes, saben, además, que el PRI y el PAN tienen un Voto duro, es decir, miles de miembros y militantes que sea quien sea el candidat@, ellos salen a votar por ell@s, haga frío o calor, llueva o relampaguee, nunca comparado, desde luego, con los partidos chicos o de los ahora flamantes candidatos independientes.
La historia electoral mexicana data que jamás el Partido Revolucionario Institucional ha
bajado su votación de 25 por ciento del sufragio total, trátese de la elección federal de que se trate y el PAN de 20 por ciento, aún cuando han perdido, lo que viene a demostrar la fuerza de su militancia.
No salir a votar es hacerle el juego a estos partidos políticos a quien el abstencionismo jamás los ha perjudicado. Todo lo contrario, allí está la elección de 1988 cuando decenas de miles de compatriotas, a lo largo y ancho del país, salieron a votar masivamente, propinándole un nocaut al partido tricolor, que solo el fraude orquestado desde Palacio Nacional evitó que el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas fuera presidente de México. Lo mismo sucedió en 2000 cuando surge la alternancia con Vicente Fox, solo que aquí el remedio resultó peor que la enfermedad.
¿No será entonces que alguien, dadas las circunstancias que vive la nación, por el fracaso del gobierno peñanietista, esté interesado en promover la campaña de no ir a votar el 7 de junio, bajo el argumento que los partidos políticos no sirven? ¿Quiénes no saldrían a votar? ¿Los 7 u 8 millones de mexicanos que están incrustados en el aparato estatal, llámese Presidencia de la República, gubernaturas, o presidencias municipales? ¿Toda esa burocracia partidista que tiene el PRI, el PAN y hasta el PRD en esas instancias y que, insisto, pase lo que pase ellos sí salen a votar? ¿O soy iluso yo o son ilusos esos “pensadoresâ€, porque entre más logren convencer a millones de compatriotas de no ir a votar, la militancia priísta no saldrá a sufragar?
Las actuales leyes electorales determinan que será diputado, gobernador, senador o presidente de la República aquel que obtenga más votos sin importar el tamaño del abstencionismo, así que ¿si me convencieran los promotores de no votar y no lo hice, el gobernador Javier Duarte no irá hacerlo; sus secretarios de despacho tampoco lo harán, los subsecretarios tampoco, los directores de área tampoco, los dirigentes estatales y municipales priístas tampoco, los alcaldes y todos sus séquitos tampoco?
Imagínese pues, además, que yo convenciera no a uno ni a 10, sino a 100 hombres y mujeres para que, al igual que yo no fueran a votar. Y usted amig@ lector igual. ¿A quién estaríamos beneficiando?
El argumento de refundar al Estado es válido, pero lo tendremos que hacer ¿A golpe de votos, derrotando a los que han generado este desastre, este caos nacional o a través de una revolución como fue en 1810 y 1910?. Yo, en este momento creo que no estamos preparados para la lucha violenta sino a través del sufragio, por eso no estoy de acuerdo con estos “intelectuales†que, desde mi óptica, le hacen el juego perversamente al PRI-gobierno y, en su momento, al PAN-gobierno.
Sí está demostrado que cuando la sociedad convencida sale a votar se le han propinado reveses a los malos gobiernos (1988 y 2000), por qué no mejor convencer a decenas, a centenas y miles de mexicanos para que acudan a las urnas a derrotar a los que con sus políticas públicas han conducido al pueblo de México a la pobreza extrema, a la inseguridad, al desempleo, a la falta de oportunidades para progresar y generar bienestar familiar, robándonos el sueño de vivir tranquilos en esta patria.
Yo, en consecuencia, sí voy a salir a votar y convenceré al que más pueda a que también lo haga.