Extravío



Si bien Juan Antonio Nemi poseía un cúmulo de información sobre anomalías y corrupción, lo cierto es que actuó en contrasentido a su fama de político inteligente y preparado, perdiendo la cordura
Apenas el miércoles primero de octubre comentábamos aquí que ya se observaban muchos focos encendidos en el sector salud y el jueves 2, con su denuncia y su renuncia, Juan Antonio Nemi Dib nos dio la razón.
El cordobés no resistió más la presión y estalló en contra de la lideresa sindical de la Sección 26 del SNTSA, Ángela Soto Maldonado, a quien responsabilizó de una serie de graves irregularidades. En su desenfreno, Nemi arremetió igualmente contra otros dirigentes de diversas zonas del Estado, incluyendo a Xalapa. Un verdadero extravío político.
En automático, el narigón político quedó inhabilitado como interlocutor con la cúpula sindical que, de una u otra forma, es la representante legal y formal de miles de empleados del sector salud, lo que hizo inminente su salida como titular del ramo.
Si bien Nemi poseía un cúmulo de información sobre anomalías y corrupción, lo cierto es que actuó en contrasentido a su fama de político inteligente y preparado, perdiendo la cordura el jueves 2 cuando ventiló datos que debieron ser canalizados a otras instancias para encaminar posibles soluciones.
Finalmente, a quienes evidentemente expuso como sus enemigos -la parte sindical- consiguieron la salida de Nemi, quien acaso sucumbió por presiones políticas de mayor nivel que, se supondría, habrían estado alentando y azuzando a la dirigencia sindical en contra del hoy ex secretario.
Por otra parte, habría que aguardar con excepticismo mejores resultados en la Secretaría de Salud con Fernando Benítez Obeso, quien como director del CEM dejaba mucho que desear, vistas las carencias e inoperancias latentes todos los días en ese Centro de Especialidades Médicas.
También habrá que ver qué sucede con la corrupción denunciada por Nemi. Aunque lo más seguro es que no ocurra nada más de lo que ya pasó. ¿O si se procederá contra los presuntos corruptos?
/> El fin de semana, el propio Benítez Obeso adelantó lapidario: más vale un mal arreglo.

NUMERALIA

1.- Sin duda este es el sexenio de los Benítez. Los encuentra uno por todos lados. Antonio Benítez Lucho es delegado del IMSS y aunque formalmente pertenece al gobierno federal es obvia la empatía que debe darse con el estatal para desempeñar el cargo. Uno que sí es puramente duartista, ocupa la oficialía mayor de la SEV: Vicente Benítez, quien contra viento y marea ha demostrado su lealtad a su amigo y jefe político. En el Comité Directivo Estatal del PRI, en la cartera del deporte, sirve otro: Israel Benítez Morteo. Al lado del senador José Yunes también colabora uno más: José Benítez. Antes en Sedesol y en la Coordinación de Comunicación Social y actualmente en Sefiplan, labora Humberto Benítez. Ahora se incorpora como secretario de Salud el médico Fernando Benítez Obeso. Y hay más.
2.- Una vez que se rectificó sanamente en torno a los adefesios que nos endilgaron a los xalapeños como obras de arte urbano (en el ayuntamiento anterior que encabezó Elizabeth Morales) sería bueno que las actuales autoridades capitalinas evaluaran esa otra ocurrencia de las bardas que nos impusieron como topes en algunos cruceros muy estratégicos de la ciudad. Por ejemplo, en Altamirano y Revolución, en Allende y J.J. Herrera o en Primo Verdad y Enríquez. Lo único para lo que sirven esos dizque topes (dignos de una ciudad poco culta) es para volver más lento el ya de por sí complicado tránsito vehicular.
3.- Dice Erick Lagos Hernández, secretario de gobierno, que “han disminuido muchísimo las manifestaciones”. ¿De dónde sacaría tal percepción?

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