Alma Grande

Veracruz y la violencia heredada

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Ante la imposibilidad de que el crimen pueda negociar con el gobierno de Miguel 脕ngel Yunes Linares, la violencia se recrudece en la entidad, donde cada d铆a se descubre que era un espacio donde grupos delincuenciales operaban como si estuvieran en su casa. Es decir, Veracruz era de ellos
Los veracruzanos siguen padeciendo las secuelas de la violencia generada en la anterior administraci贸n.

El crimen organizado y el crimen autorizado manten铆an ciertas medidas austeras porque se sab铆an no s贸lo protegidos por Javier Duarte y su gente, sino impunes ante cualquier posible detenci贸n o peligro de ser capturados.

As铆, ante la imposibilidad de que el crimen pueda negociar con el gobierno de Miguel 脕ngel Yunes Linares, la violencia se recrudece en la entidad, donde cada d铆a se descubre que era un espacio donde grupos delincuenciales operaban como si estuvieran en su casa. Es decir, Veracruz era de ellos.

De ah铆 que hayan sido encontradas m谩s de 253 osamentas, pertenecientes a mexicanos de todo el pa铆s, v铆ctimas de los miembros de la delincuencia que usaban la carretera Xalapa-Veracruz como un cementerio de su propiedad. Duarte y sus c贸mplices alquilaron el estado con importantes ganancias.

La desaparici贸n de una veintena de periodistas tiene una interpretaci贸n por dem谩s acusatoria contra el aparato de comunicaci贸n social de Javier Duarte.

Es mucha casualidad que la mano derecha del entonces gobernador haya sido el coordinador de Comunicaci贸n Social, Alberto Silva Ramos, quien interactuaba con los medios de manera muy particular, dependiendo de la manipulaci贸n que imprim铆a en cada uno de los medios a su alcance. Silva Ramos pod铆a premiar con millones de pesos al medio o bien amedrentar o, incluso desaparecer a un reportero que no escrib铆a conforme lo dictaban las leyes de los c贸mplices de Duarte, como muestra del crimen autorizado.

Nunca antes en el pa铆s la vida de un comunicador carec铆a de valor como durante el reinado de Javier Duarte. Veinte periodistas en seis a帽os fueron asesinados. Todos los homicidios impunes, muchos sospechosos ning煤n culpable.

Si no hay gatilleros menos habr谩 autores intelectuales de los veinte asesinatos. Los reporteros eran sometidos al juicio sumario de Alberto Silva Ramos, quien amenazaba, intimidaba, presionaba a los comunicadores. Desde la comodidad de su escritorio la imposici贸n de criterios acerca de la administraci贸n de Javier Duarte deb铆a ser favorable, de otra manera, el comunicador corr铆a el riesgo de perder la vida, ser secuestrado, desaparecido, etc.

Como puede ocurrir con Armando Arrieta Granados, de 51 a帽os, jefe de redacci贸n del peri贸dico La Opini贸n, editado en la ciudad de Poza Rica, quien se encuentra entre la vida y la muerte despu茅s de ser atacado a balazos cuando llegaba a su domicilio.

Los m茅todos de convencimiento de Silva Ramos iban desde bombas molotov a las afueras de los medios, hasta la intimidaci贸n telef贸nica o la amenaza a trav茅s de terceros.

En Veracruz estaba prohibido disentir de la opini贸n del gobernador, no pod铆a cuestionarse su actuaci贸n en los medios, la palabra de Duarte fue la ley durante casi seis a帽os.

El ejecutor, disfrazado de gran juez de la informaci贸n, premiaba o castigaba a los medios y a los periodistas.

La violencia fue desatada en Veracruz por los funcionarios p煤blicos en el poder desde el r茅gimen de Fidel
Herrera Beltr谩n. La impunidad creci贸 al mismo ritmo del delito, llev谩ndose los premios principales los gobernantes de mayor nivel en las dos 煤ltimas administraciones p煤blicas.

La violencia surgi贸 de los escritorios de los gobernadores que hicieron de su gobierno una serie de caprichos y de Veracruz un espacio donde la comunicaci贸n se mov铆a a su favor siempre, so pena de ser desaparecido.

La violencia producida durante doce a帽os en Veracruz ahora tiene su repercusi贸n mayor que acusa una complicidad estrecha entre delincuencia com煤n, delincuencia de cuello blanco, crimen autorizado y organizado con gobierno estatal. Porque ahora, ante la ausencia de una mano protectora dentro de la administraci贸n p煤blica, la violencia se desata en las calles y hace evidente su huella en las fosas clandestinas a lo largo y ancho del territorio veracruzano.

La complicidad de algunos gobiernos estatales con la delincuencia, dan como resultado casos como el de 脡dgar Veytia, ex fiscal de Nayarit, quien compareci贸 por segunda vez ante un juez de la corte federal de San Diego, California, luego de su detenci贸n acusado de delitos contra la salud.

El juez Bernard G. Skomal le fij贸 el 6 de abril como fecha para una nueva audiencia en la que se decidir谩 su posible traslado a Nueva York, donde un gran jurado le present贸 tres cargos criminales por conspiraci贸n para importar, manufacturar y distribuir hero铆na, metanfetamina, marihuana y coca铆na.

Yunes Linares paga con la violencia desatada en Veracruz el precio por no haber negociado con los delincuentes tal y como lo hicieron, en su momento, Javier Duarte y Fidel Herrera.

En Veracruz, la Ley de V铆ctimas, aprobada ayer casi de manera un谩nime, est谩 dirigida a los familiares de desaparecidos en la entidad, pues cifras oficiales de la Fiscal铆a dan cuenta de 2 mil 400 personas no localizadas s贸lo en el sexenio del priista Javier Duarte de Ochoa.

Esta violencia puede recrudecerse al combatir de manera frontal las acciones de los delincuentes, quienes estaban acostumbrados a vivir y 鈥渢rabajar鈥 en Veracruz como si fuera su campo de batalla.

Veracruz era para los criminales su campo de acci贸n, su pante贸n y su centro de operaciones. Concentrados en los l铆mites de la entidad garantizaban la impunidad ante la protecci贸n que les brindaba el propio gobernador, ahora pr贸fugo de la justicia y uno de los delincuentes m谩s voraces de los 煤ltimos tiempos.

Es decir, ante la falta de negociaciones con las autoridades estatales, la violencia y sus actores podr铆an aumentar porque en su territorio se han instalado sus intereses y querr谩n disputar sus espacios con el propio gobierno, como si se tratara de un estado dentro de otro, facultad que le otorgaron Duarte y sus c贸mplices por unos cuantos d贸lares.

Entre los delitos m谩s graves de este grupo de hampones de cuello blanco se encuentra haber alquilado al estado al mejor postor y vivir de sus rentas鈥 Esta columna se publica los lunes, mi茅rcoles y viernes.

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