Reflexión

Reyes Heroles, servidor público digno; ahora, vasallos

José



Acarició la idea de gobernar Veracruz en 1980, lo que luego desestimó con base a sus principios de congruencia
Jesús Reyes Heroles, otrora destacado ideólogo priista -exsecretario de Gobernación, Educación Pública, director del Seguro Social, director de Dina nacional, diputado federal, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional e impulsor de la Reforma Política de l977- acarició la idea de gobernar Veracruz en 1980, lo que luego desestimó con base a sus principios de congruencia pues había manifestado que si bien nació en Tuxpan y fue legislador por ese distrito en 1962, no menos cierto era que siempre había radicado en la ciudad de México, que sus dos hijos habían nacido fuera de su estado y que su esposa tampoco era veracruzana.

En alguna ocasión contó don Manuel Zorrilla -nativo de Misantla y candidato a la gubernatura de Veracruz por el entonces Partido Nacional revolucionario a resultas del asesinato, en 1936 de Manlio Fabio Altamirano, que contendió en contra Miguel Alemán Valdés- que durante el régimen de don Adolfo Ruiz Cortines, Reyes Heroles pretendió ser candidato, sin embargo se le atravesó Antonio M. Quirasco y sus esperanzas se esfumaron y no es hasta 1980 cuando surge una nueva oportunidad que no se consuma.

Sucede que siendo Reyes Heroles presidente del PRI, había convenido con el presidente Echeverría que en la sucesión presidencial de 1976, primero se hiciera el programa a que se sometería el candidato por seis años -plan sexenal- y que luego sugiera el candidato de manera tal que se diera continuidad en las acciones del nuevo gobierno, pero aconteció que estando en plena asamblea nacional, aún sin programa, se destapa por los sectores del partido al licenciado José López Portillo, lo que provoca estupor por un lado, y enojo, por el otro, al dejarse al partido colgado de la brocha.

La crisis interna en el partido gobernante no se hizo esperar, pues Reyes Heroles renuncia al cargo pues, obviamente, ya no existía autoridad para encabezar la campaña, y aunque ningún otro partido tenía forma de constituir un frente opositor serio -el régimen echeverrista había realizado acciones eminentemente populares efectivitas y despertado un acendrado espíritu nacionalista– solo se esperaba el relevo.

Si bien se afirma que López Portillo le pidió a Reyes Heroles que continuara al frente del partido, este le manifestó que su etapa había concluido y que le servía más afuera
de él, y más cuando se arrastraba aquella expresión “Yo como veracruzano no he votado por él” al oponerse a que Manuel Carbonell fuera el candidato a la gubernatura en Veracruz, cuando ya todos los sectores- es decir el Presidente de la República– lo habían determinado, algo insólito en la historia del país, pues la sumisión, el entreguismo, el servilismo extremo se enseñorea de manera peligrosa, porque ahora no existen colaboradores sino vasallos o lacayos, jamás servidores dignos.

Así ocurre el arribo al PRI de Porfirio Muñoz Ledo y Augusto Gómez Villanueva, amos y señores que integraron las cámaras, no en observancia a los cánones de que el candidato determinara su integración sino en supuesto a los lineamientos de Echeverría, de ahí que contra toda especulación en contrario, es Reyes Heroles que arriba a la secretaría de Gobernación para, desde ahí, enviar de embajador a Gómez Villanueva y retirarle la red federal al centro que había construido el expresidente para desde ahí seguir gobernando al país lo que provocó el rompimiento, por aquello de “también tu Luis”, o algo por el estilo.

Ya en la Secretaría de Gobernación se instrumenta la ley electoral que es antecedente incuestionable de las reformas electorales que se ha sucedido, sin embargo, el exceso de frivolidad de López Portillo llevó a Reyes Heroles a pronunciar aquel discurso testimonial en ocasión de “la República reunida” en el Estado de Guerrero cuando afirmó: “quien quiere servir a todos, no queda bien con nadie y en lugar de gobernar es gobernado”, lapidaria expresión que marca la salida de gobernación.

Al pasar los días, el presidente López Portillo apunta la posibilidad que ese destacado tuxpeño venga a gobernar Veracruz en 1980, lo que se esfuma pues latente la herida de su crucifixión y el cuestionamiento de Carrillo Castro -director del IEPES del PRI- a propósito de la declaración de febrero de l979, lo llevó a su rechazo cuando desde España Reyes Heroles reitera sus ideas de que el gobierno se ejerce para la mayoría y no para grupos selectos, algo similar acontece ahora cuando se ha despertado al pueblo con la llegada de un energúmeno en los Estados Unidos, pero con un gobierno marcado por la corrupción y la acendrada miseria del pueblo.

*Diplomado en amparo y derechos humanos
limacobos@hotmail.com