Plaza Caracol

Técnicas biológicas para combatir la hambruna.

Helí Herrera



Como resultado de los extraordinarios avances científicos acaecidos en la segunda mitad del siglo XX, el hombre pudo lograr la manipulación genética de organismos vivos a través de la aplicación de las técnicas de la ingeniería genética y la biología molecular
Como resultado de los extraordinarios avances científicos acaecidos en la segunda mitad del siglo XX, el hombre pudo lograr la manipulación genética de organismos vivos a través de la aplicación de las técnicas de la ingeniería genética y la biología molecular.

Lo anterior posibilitó obtener los llamados Organismos Modificados Genéticamente (OMG), también nombrados transgénicos, que comprenden aquellas plantas, animales y microorganismos cuyo material genético (ADN), ha sido alterado con el objetivo de conferirle características modificadas específicas, que lo hacen comportarse de manera diferente a la expresada antes de ser sometidos a tal proceder.

Si bien tal acontecimiento constituyó un verdadero hito tecnológico, la producción y comercialización de los Organismos Modificados Genéticamente ha estado acompañada desde entonces y hasta la actualidad, de fuertes controversias y objeciones a su empleo, a pesar de la existencia plenamente fundamentada de una amplia información científica referente a la inocuidad de los mismos a la salud humana y ambiental. La experiencia de más de 20 años de su uso comercial a nivel internacional y la presencia de un marco regulatorio bien definido que obliga a la evaluación y aprobación, caso por caso, de los transgénicos a emplear.

Buena parte de los criterios opuestos a los organismos genéticamente modificados se sustentan en experiencias referidas al mal uso de las indicaciones tecnológicas, a la falta de información, deficiente capacitación y las prácticas abusivas de determinadas empresas productoras de semillas a escala mundial.

En el caso particular de los transgénicos en plantas, éstos comenzaron a generarse en 1996 y consisten en la inserción de uno o varios genes dentro del genoma de un organismo, con la finalidad de elevar su productividad. Gracias al desarrollo alcanzado hoy por dicha tecnología, es posible conocer el sitio exacto de implantación del gen foráneo en el genoma modificado.

De acuerdo con lo señalado en las conclusiones de un taller sobre los OMG organizado hace unos meses en Cuba, con el auspicio de los Consejos Científicos del Instituto de Ciencia Animal y el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, los cultivos
genéticamente modificados han contribuido a modificar la crisis de falta de alimentos derivada del crecimiento de la población mundial, y el efecto de los cambios climáticos, constituyendo la tecnología de cultivos con adopción más rápida en la historia de la agricultura.

Baste decir que las hectáreas sembradas en cultivos biotecnológicos en el mundo aumentaron de 1.7 millones en 1996 a 181.5 millones en el 2014 (más de 100 veces). La relación de países con mayor superficie agrícola destinada a los transgénicos la encabezan los Estados Unidos, Brasil, Argentina, India, Canadá y China.

Vale destacar, además, que en estos momentos más del 80 por ciento de la soya cultivada y comercializada en el orbe es transgénica. Algo parecido sucede con el maíz, pero en menor porcentaje, teniendo en cuenta la amplia propagación de este cultivo en el mundo.

Un estudio basado en 147 publicaciones internacionales sobre los resultados del uso de cultivos transgénicos durante los últimos 19 años, revela que como promedio, la adopción de la tecnología aumenta el rendimiento de las cosechas en un 22 por ciento, redujo el uso de plaguicidas en un 37%, e incremento las ganancias de los agricultores en un 68 por ciento.

Hasta el momento ninguna organización científico-técnica de carácter internacional ha hecho pronunciamientos negativos hacia las plantas transgénicas. Entre las que apoyan explícitamente dicha práctica figuran la Organización Mundial de la Salud, La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Royal Society del Reino Unido, la autoridad europea para la Seguridad Alimentaria, y las Academias de las Ciencias en Brasil, China, La India, México y el tercer mundo.

El empleo de este cultivo está legalmente respaldado a través de los principios del Protocolo de Cartagena, instrumento que regula los organismos vivos modificados, producto de la biotecnología moderna, y vela por garantizar la salud humana, así como la seguridad alimentaria, y la diversidad biológica.

Concluyo afirmando que el ser humano puede lograr la manipulación genética de organismos vivos, a través de la aplicación de las técnicas de la ingeniería genética.